El otoño es una estación en la que la naturaleza cambia de vestimenta para regalarnos preciosas estampas, dónde el paisaje se tiñe de colores ocres, rojizos y anaranjados. Del verde de la primavera y el verano se pasa a una otra paleta diferente, que va del verde al rojo, pasando por mil matices de amarillo, ocre y marrones. Nuestros peques disfrutaron ayer de un paseo otoñal. Las fotos parecen más propias de Extremadura que del sur de Andalucía. Feliz otoño.
Enamorada estoy del grupo de música indie pop rock de Madrid, Izal. La canción Pequeña gran revolución es una auténtica obra maestra. Por lo visto la escribieron para dar la bienvenida a un nuevo miembro de la familia. Se te ponen los pelos de punta. Los niños nos dan una nueva medida de las cosas y desde luego que son el motor de mi vida. Son algo extraordinario, un prodigio, un milagro. Gracias a ellos las montañas me parecen mucho menos altas. Como dice la letra de la canción:
Que tu ferocidad me deje huella, Que ahuyente mi maldad Y aleje bestias.
Que ponga en su lugar pura inocencia, La que hoy cubre tu cuerpo, Sin darte cuenta.
Que hable sin pensar las consecuencias, Que digas tu verdad, aunque lluevan piedras.
Que no pierdas esa fe Que hoy es eterna, Esa forma de no ser consciente de ella.
Que tu curiosidad no desaparezca Y crezca como lo hacen ahora tus piernas, Las que te llevarán tan lejos como quieras, Comiéndote la vida a manos llenas.
Bienvenida a casa, Pequeña gran revolución, Que con tus pasos marcas un nuevo rumbo en dirección a nuevas montañas que parecen menos altas Con cada palabra que nace en tu garganta, pequeña gran revolución.
Que nadie ose jamás fijar tus metas, Que sepas observar y no ver a quien no debas, Que aunque me encuentre lejos, Me sientas cerca.
Que la distancia que hay entre nuestras fuerzas, Se hará siempre tan ridícula Y tan pequeña, Mientras los dos sigamos las mismas estrellas. Y aunque vueles lejos, Tan alto que no puedas vernos, te esperamos dentro, Siempre habrá un techo.
Bienvenida a casa, Pequeña gran revolución, Que con tus pasos marcas un nuevo rumbo en dirección a nuevas montañas que parecen menos altas Con cada palabra que nace en tu garganta, pequeña gran revolución.
Una actividad súper bonita para trabajar las emociones con los niños es realizar piruletas con goma eva. Tan sólo necesitas recortar una carita redonda de goma eva de color carne, pintarle los ojos, en forma de corazón, esbozarle una boca según la expresión que quieras expresar, y con lana hacerle el pelo: lleva una gomita en medio para sujetar el pelo y que no se separe. Una de mis hijas le ha trenzado el pelo y la otra, se lo ha dejado, suelto. Se pega sobre un palito de madera y se puede adornar el palo con una pajarita o lazo, de cinta de regalo, justo debajo de la carita, que puede expresar alegría, enfado, enamoramiento, tristeza, o el amplio espectro de emociones que hay.
Lo que da de si Halloween. Disfrazados al colegio y para pedir truco o trato por las calles del pueblo. La imaginación de los peques no para de trabajar y la de las madres, también: una amiga ha hecho con la máquina de coser unas bolsitas de calabaza y otra ha comprado y tintado rosas para pegar con silicona una diadema estilo Catrina. La casa llena de muñecos de fieltro en forma de calabaza, murciélago, brujas y fantasmas. También autoadhesivos para las ventanas. Decoramos la puerta de la entrada, con cinta carrocera y unos ojos para simular una momia y también hicimos con el rollo del papel higiénico, una momia pequeña. Ya que están puestos los adornos, los dejo al menos para esta semana y ya enseguida habrá que ir pensando en la decoración para la Navidad. Feliz semana de Halloween, día de los santos y día de los muertos. Este año han triunfado los disfraces de Catrina, novia Cádaver, vampiros, esqueletos y diablillos.
