Trujillo, tierra de conquistadores

Una de las plazas más bonitas del mundo está en Trujillo, en la provincia de Cáceres, presidida por la estatua ecuestre de uno de sus ciudadanos más ilustres, Francisco Pizarro. La localización geográfica de Trujillo es privilegiada, a pocos kilómetros de Cáceres y Mérida y en plena autovía Lisboa-Madrid. Su ubicación sobre un enorme batolito granítico, nos hace comprender que ésta ya fue lógica en época prehistórica y prerromana y que, incluso el establecimiento de los romanos se debió en gran parte a su estratégica situación. Si bien la dominación visigoda dejó pocas referencias de importancia en la población, la llegada de los árabes siglos después hará que esta ciudad florezca y amplíe su estructura urbanística y su importancia militar y comercial.
Quinientos años de ocupación musulmana no impedirían los intentos de los reyes cristianos por conquistarla; primero sería el rey castellano Alfonso VIII, en 1186, quién lo logrará, aunque ésta volvería a manos de los almohades años después, hasta que definitivamente en enero de 1232, según cuenta la leyenda, con la ayuda de la Virgen de la Victoria, Patrona de Trujillo, la ciudad pasaría a manos de las tropas cristianas. Altamirano, Bejarano, Chaves, Orellana, Pizarro son linajes que desde el siglo XIII poblarán Trujillo, que crecerá e importancia hasta tal punto que en 1430 el rey Juan II le otorga el título de ciudad. Trujillo pasará a la historia años después gracias al descubrimiento de América y en concreto al descubridor del Perú, el trujillano Francisco Pizarro.



A Francisco Pizarro le seguirán un buen número de trujillanos, Diego García de Paredes, Alonso de Monroy, Francisco de Orellana, Hernando de Alarcón, etc; nombres estos relacionados con la conquista americana en tierras de Venezuela, Chile, la Selva del Amazonas o California. La ciudad seguirá creciendo a partir de los siglos XVI y XVII gracias, en parte, a las numerosas construcciones realizadas por trujillanos marchados a América que volvieron a su ciudad natal definitivamente, dejando para Trujillo edificaciones de enorme valor histórico-artístico, que han hecho de esta ciudad una de las más bellas de Extremadura.

La primitiva zona de la villa se verá aumentada hacia la Plaza Mayor, pasando a ser el centro principal de la población desde el siglo XVI. Trujillo es un núcleo de gran importancia para el resto de poblaciones limítrofes, llegando a alcanzar, con el paso de los siglos, fama como centro ganadero comarcal. En esta plaza es recomendable visitar la iglesia de San Martín, desde la que se divisan unas bonitas vistas de la plaza y su entorno.



Una belleza es también el ascenso y el castillo, edificado en la parte más alta de la ciudad, y desde el que se divisan imponentes vistas. Hasta un nido de cigüeña vimos en uno de los campanarios de una de sus iglesias. Muy bonita la iglesia de Santiago y de Santa María la Mayor.¡Volveremos!





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