En apenas 40 kilómetros, pasamos de un ecosistema de montaña a pinares y tupidos bosques de castaño y roble, frutales y huertas y vegetación en la ribera, hasta llegar a la dehesa extremeña de encina y alcornoque. Al ser el paso natural entre Castilla y Extremadura, todas las culturas que habitaron la Península dejaron su impronta. Los restos vetones de Segura del Toro, los romanos de la Vía de la Plata, o el Balneario de Baños de Montemayor, o los judíos de Hervás son los más conocidos.
Segura del Toro cobra fama por la ocupación prerromana de su término y, como muestra de ello, expone en su plaza principal la soberbia figura de un verraco, probablemente vetón, que nos habla de aquellas sociedades ganaderas que habitaron el norte extremeño hasta la llegada de los romanos. El castaño del Bronco, muy cerca de Segura del Toro, tiene 600 años de edad.
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