Ya se ha convertido en una tradición de nuestro cole, despedir el curso, con una fiesta del agua. Todos los años me las veo y me las deseo para llenar a pulso, en el grifillo del agua de la planta de ósmosis, todos los pequeños globos de colores, que compro para el evento y llenar los cubos de agua hasta los topes, para que mis peques tengan suficientes municiones para lanzar a sus amigos. Aunque luego, viendo las fotos, y las sonrisas que desprenden los niños al volver a casa, sé que todo este esfuerzo ha merecido con creces la pena. Para completar los disparos con globos de agua, también se llevan pistolas de agua, e incluso algunos dispensadores de agua con depósito, en plan de los que se utilizan para fumigar en el campo, pero de juguete y llenos de agua hasta los topes para lanzar agua a diestro y siniestro. Todos las ediciones del festival, no sé cómo se las apañan, que consiguen mojar hasta a los maestros. A parte del bañador, se suelen llevar toalla y sandalias cangrejeras atadas al pie para evitar caídas y tropezones.
¡Qué perdure la tradición por muchos años más y que yo los vea!
Estas fiestas son muy divertidas y una de las mejores formas de pasar el tiempo en verano para los más pequeños. ¿A quién no le ha gustado jugar a guerras de globos de agua? Aún recuerdo como me lanzaban mis amigos los míticos globos de colores llenos de agua. Son fiestas de mucho entretenimiento y felicidad.
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