Nos quedaba pendiente de la fortaleza del sol de Lorca, visitar la sinagoga, una joya patrimonial única en toda Europa, que salió a la luz en 2003, con la construcción del Parador. Una de las particularidades de esta sinagoga es que ha llegado prácticamente sin alteraciones hasta nuestros días, porque no se reconvirtió en iglesia, y fue construída en la parte baja de la judería, bajo tierra, porque según las leyes de la época no podía sobrepasar la altura de las iglesias y así de este modo, se aseguraron de que nunca sería más alta que la cercana iglesia de San Clemente, que también piensan restaurar y abrir al público, en un futuro no muy lejano. Estas dos características han permitido que la sinagoga se conserve en un estado excepcional.
La sinagoga de Lorca presenta planta rectangular con dos entradas abiertas a un patio. Una de las cuales permite el acceso al vestíbulo donde se ubica una pileta para realizar las abluciones previas a la oración y conecta con una gran sala de reunión rodeada de bancos adosados a los muros, donde se conservan restos del arca santa y del estrado de lectura así como el espacio entre ambos, dónde se ha dejado un azulejo original, que está datado en fecha y es de la fábrica de Manises, en Valencia. A la galería de mujeres, dispuesta en alto, se accedía por una tercera entrada.
Otro aspecto que distingue a la judería de Lorca del resto de juderías de España y Europa es su colección de lámparas votivas de cristal del siglo XV, ya restauradas y que se pueden visitar en el Museo Arqueológico de la ciudad. Lorca ha sido una de las últimas ciudades de España en incorporarse al rico patrimonio judío, presente también en otras zonas de la Península, como Sevilla, Toledo, Girona, Besalú o Hervás, por citar sólo algunas de las más destacadas.
Continúamos nuestra visita con la Torre Alfonsina o Torre del Homenaje, símbolo del poder castellano, que sustituyó a un torreón musulmán de menores proporciones, y que fue mandada a construir por Alfonso X el Sabio, tras la conquista de la alcazaba lorquina por las huestes cristianas en 1244. Hay que subir 105 peldanos, pero bien merece la pena, por las vistas de todo el municipio de Lorca, que desde lo más alto, se divisan.
Completamos la visita con el parque, el horno de pan, que se estableció allí en el siglo XIX, para abastecer a los soldados durante la guerra de la Independencia, contra los franceses, capiteaneados por Napoleón Bonaparte. También, con el aljibe pequeño, y el maravilloso entorno.
Después de tanta caminata, y para refrescarnos y culminar la visita, nos tomamos un refresco y cerveza, que aunque vale 2.50 €, tampoco es un precio tan prohibitivo, como para no poder permitírselo, en el Parador, y así de paso, conocerlo más por fuera y por dentro. Super respetuosa la obra con los restos de la sinagoga, que han musealizado, para que pasen a formar parte del entorno del Parador y muy bonita, la vegetación.
Ya bajando del Parador hacia el aparcamiento, se divisan unas vistas de postal, de la ciudad de Lorca. ¡Hasta pronto, castillo! Seguro que pronto volveremos a algún concierto, jornada cultural o visita teatralizada.
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