Con una buena autoestima, el niño se enfrenta con más fuerza los retos que se le plantean, porque está convencido de que puede tener éxito o superar los fracasos. Con una mala autoestima y una visión negativa de sí mismo, el niño muestra poca iniciativa porque teme arriesgarse, se siente fácilmente desalentado y está secretamente convencido de que fracasará. ¡La actitud de los padres es importantísima! La gran mayoría de padres sienten un amor genuino por sus hijos, y los hijos necesitan sentir ese cariño y esa aceptación. Sin embargo, es relativamente corriente que padres y madres tengamos expectativas de cómo deberían ser nuestros hijos -sobre cómo quisiéramos que fuera su aspecto físico o qué talentos o temperamentos deseamos para él o ella. Si estas expectativas se ven frustradas, el hijo lo percibe, aunque no se lo digamos abiertamente y esto merma gravemente su autoestima. ¿Cuál es la solución? Que los padres cuestionemos nuestras expectativas frente a nuestros hijos, y que les aceptemos cómo son, ayudándoles así a aceptarse y quererse a ellos mismos.
Para ayudar a tus hijos a tener una buena autoestima:
1. Dedícale un tiempo sólo para él o ella. Auque tengamos más hijos cada niño necesita su espacio y su territorio y un tiempo de atención individualizada. Durante ese tiempo, hablar con naturalidad y positividad de su identidad y de sus características físicas, de lo que ha hecho durante el día y de cómo se sienten.
2. Asegurarse de que el niño de lo mejor de sí mismo en las tareas de casa o del aula, ofreciéndole actividades diversas, que permita hacer uso de sus mejores habilidades.
3. Enséñale a entrenar su cerebro en positivo, porque tenemos el cerebro programado para sobrevivir y fijarnos de forma natural en las señales de rechazo y a recordarlas. Hay que aprender a reconocer aquellas áreas, momentos y vínculos positivos en su vida. "Me felicito a mí mismo, por....¿Qué he hecho hoy de lo que me siento orgulloso?" Podemos desarrollar este hábito, por ejemplo, en la cama, antes de ir a dormir, siempre a una hora regular, al menos dos minutos y durante un par de semanas.
4. Enséñale a no compararse tanto con los demás, puesto que siempre habrá alguien que haga las cosas mejor que él. Hay que enseñar al niño a que evalúe sus propios progresos, el esfuerzo que ha sido capaz de hacer. Compararse consigo mismo, a centrarse en sí mismo y en sus resultados.
5. Desarrollar una buena autoestima no implica siempre proteger al niño de las emociones negativas, porque la sobreprotección de los padres impide que los niños desarrollen la capacidad de determinación y superación de cómo enfrentarse a los problemas. Demos la oportunidad a los niños de conseguir por sí solos que logren plantar cara y salir victoriosos frente a objetivos difíciles.
Estrategias para mejorar la autoestima serían:
1. Ayudar al niño a conocerse y comprender lo que les hace sentirse vulnerables o fuertes. Un juego estrategia es Lo que me pasa por dentro, para verbalizar "los lugares o momentos en la escuela o casa que me gustan más son". "¿Quién o qué me podría ayudar a sentirme mejor?". Se puede hacer solo o en grupo.
2. Invita al niño a fabricar su libro Soy especial o Soy un super héroe, para que exprese y dibuje aquello que más le gusta de sí mismo. Anímale a escribir los siguientes apartados: Cosas que me gusta hacer, cosas que hago bien, cosas que quiero aprender o cosas que quisiera hacer...Cuando lo termine lo puede compartir con los demás.
3. Herramientas para mejorar las habilidades sociales porque éstas mejoran la autoestima y las ganas de interactuar con el entorno. Por eso es importante, sonreir y mantener un lenguaje corporal relajado, especialmente a los niños más tímidos y escuchar de forma activa: no interrumpir a la persona con la que conversas, ni prejuzgar lo que quiere decir; expresar interés con la mirada, el cuerpo y la voz y hacerle preguntas, cuando se ha expresado, para asegurarte de que lo has entendido bien. Es bueno practicar juntos, sobre todo, cuando se trate de temas en el que os cuesta llegar a un acuerdo.
4. Trabajar la autocompasión. La autoestima es necesaria pero no suficiente para darnos fuerza en la adversidad, porque depende del hecho de si tenemos éxito y si fracasamos, nuestra voz interior nos reprochará "Menudo perdedor". Y eso en vez de darnos fuerza en nuestras metas, nos debilita. Afortunadamente no hace falta que nos digamos que somos fantásticos cuando sabemos que no lo estamos siendo. Basta con saber aceptarse a uno mismo como es, con sus fallos. Los investigadores lo llaman autocompasión, es decir, ser capaz de sentir compasión por uno mismo, perdonarse los errores o limitaciones. Nos recuerda que somo humanos y nos equivocamos. Así no te sentirás tan humillado si te olvidas del texto de una obra de teatro o si fallas un penalti.
-Enséñale a ser su mejor amigo, cuando oiga su propia voz crítica que lo limita y le reprocha. Enséñale a hablarse como lo haría una persona que lo quiere, una tía o abuelo cariñoso.
-Enséñale a ser más amable con los demás, a tener pequeños gestos de cariño consciente, como escuchar activamente o mantener la puerta abierta para que alguien pueda pasar.
5. Las emociones se contagian como un virus. Por eso es importante pasar tiempo con personas que nos quieran y apoyen y evitar personas negativas, tóxicas, que no tengan ni empatía ni respeto. Lo mejor será poner distancia para proteger nuestra autoestima e integridad.
6. Invítale a salir de su zona de confort y equivocarse, un proceso natural de la vida. Cuando están motivados, los niños se esfuerzan mucho más. La clave es que como padres reconozcamos no tanto el logro, sino el esfuerzo que hace el niño por intentarlo. Con nuestra comprensión y apoyo, aprenden más rápido a superar sus fracasos y seguir hacia delante.
Una actividad bonita es crear con una caja de zapatos nuestra propia caja del tesoro y llenarla de cosas que nos representen y que nos recuerden que el tesoro y los recursos más importantes los llevamos dentro.
Os recomiendo el libro de Elsa Punset, Los atrevidos en busca del tesoro, dónde se nos ofrecen a través de un cuento, claves y estrategias para trabajar la autoestima.
Me encanta una frase de Elenora Roosevelt que dice "Nadie puede hacer que te sientas inferior, si tú no lo permites" En esta sociedad patriarcal en la que vivimos, es muy importante no sólo empoderar a los niños, para que sean el cambio que queremos ver en el mundo, sino también a nuestras hijas. El trabajo de la psicóloga de Harvad, Amy Cuddy nos recuerda la importancia de ayudar a nuestros hijos, pero en especial a nuestras hijas, a ser conscientes de su lenguaje corporal. Hasta la adolescencia, es el mismo en niños y niñas: abierto y seguro. Pero a partir de los once o doce años, las niñas tienden a encogerse, ocupan menos espacio, se mantienen menos erguidas, interrumpen menos y las interrumpen más que a los chicos. Adoptan ese lenguaje corporal más sumiso porque perciben, consciente o inconscientemente que los demás esperan que las mujeres sean más pequeñas, frágiles y delicadas. Como la pescadilla que se muerde la cola, esto genera una química en el cerebro de cada niña que refuerza estos estereotipos debilitantes, en ellas y en quienes las rodean. Para cambiar los estereotipos, necesitamos mostrarles ejemplos de niñas y mujeres en posturas poderosas, llenas de orgullo. La pose poderosa es: Pies plantados en tierra y brazos levantados en gesto de victoria como si hubiesen ganado una carrera. Un gesto que tiene un impacto físico y emocional, ya que sube la hormona de la asertividad y baja la del estrés. ¡Nuestro lenguaje corporal es importante y nos ayuda a gestionar las emociones!. ¡Un lenguaje corporal abierto y extrovertido no es masculino! Todos merecemos adoptar posturas abiertas, confortables y poderosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario