Construyendo casitas con mantas, sillas y mesas

Llegar del trabajo o de viaje y encontrarte una casa armada en el salón por tus peques, me retrotrae a mi más tierna infancia, cuando junto con mis hermanas, aprovechábamos mesas, sillas y sofás para hacer nuestros propios recovecos y laberintos impenetrables a las miradas de los adultos. No pongo trabas en ese sentido a mis peques, porque me encanta estimularles y dar rienda suelta a su imaginación. Este tipo de juegos son ideales para matar una tarde de aburrimiento o como alternativa a los días lluviosos, en los que es obligatorio permanecer en casa.







Montar casitas puede desquiciar a los padres amantes del orden. Pero lo bueno, es respirar, disfrutar y fluir. Sólo se es niño una vez en la vida. Así que, firmemente creo que es bueno y necesario dejar que los niños decoren a su propio gusto nuestra casa y no ser tan estricto con la disciplina. 
Un tiempo tuvimos montada en la buhardilla una casita iglú, que también era ideal como refugio para nuestros niños. El montaje era simple y de mecanismo similar al de las pequeñas tiendas de campaña para dos, de las que se usan para ir de camping. Esa casita la adquirimos en el Ikea. Ahora también hay en forma de circo. La tuvimos que desmontar al ampliar la familia. La acabamos llevando al campo y ahí es dónde terminó de romperse. Sin duda, le sacamos mucho rendimiento. 



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