Antes muertas que sencillas

¡Qué presumidas son mis peques! Estaban como locas por tener unas bailarinas brillantes y cómo tenía que asistir a un evento familiar importante, tenía que encontrar unos zapatos plateados para combinar con unos vestiditos de piqué con lunares grises y lazo de seda con flor gris, en la cintura, que les había hecho su abuelita. Encontré en el mercadillo semanal de mi pueblo, unos pares sueltos, justo de los números  26 y 30, por seis euros cada par. Parece que me estaban esperando a mí y que llevaban mi nombre.¡Menuda suerte, la verdad! Ese día salían bailarinas grises plateadas en el Lidl, sólo números del 23 al 29, por 5 euros y la marabunta de gente, estaba como loca en la puerta, esperando a que abrieran. Cada vez me gustan menos las aglomeraciones. ¡Qué agobio, por Dios! Yo llegué a las 9.03 y ya no había números.  Incluso me llevé a las peques para probarles los zapatos in situ, y ni por esas. ¡Mi gozo en un pozo!. La ropa y zapatos del Lidl vuelan, porque en relación calidad precio están bastante bien y los diseños son bastante originales, nada convencionales y poco vistos. Me llevé un par de bailarinas del número 25, porque la niña estaba empeñada en que las cogiera, aunque le apretaran. Ella ahí aguantando estoicamente con tal de lucir. Ya decía mi abuela que para presumir hay que sufrir. Pero menos mal, que lo bueno de esta cadena, es que te puedes llevar la ropa o los zapatos para probártelos en casa y si luego no te valen, te devuelven el importe exacto del dinero. ¡Qué fijación tienen los niños con los objetos brillantes! Están segurísimas de que las princesas siempre llevan cosas brillantes y no dudan en imitarlas. Creo, que a mí de pequeña me pasaba igual con la veneración a las cosas brillantes, que hoy me resultan un poco kistch. En dorado, tienen dos bolsitos de purpurina brillante que les trajo mi prima de Francia y siempre los llevan puestos para las ocasiones especiales. Ya decía la canción de María Isabel, "Antes muertas que sencillas"....