Una alternativa a las procesiones de Semana Santa, es hacer una escapadita con la familia, a la playa. Pulpí, primera población litoral andaluza por el Mediterráneo: enmarcada en los límites de Murcia y Almería, constituye uno de los paisajes más singulares y pintorescos de nuestra geografía. Compuesto por cinco pedanías, destaca por su singular belleza la población costera de San Juan de los Terreros, al amparo de la sierra del Aguilón y teniendo como horizonte, el azul infinito del Mediterráneo.
A lo largo de estos 10 kilómetros de costa, podemos encontrar arrecifes, acantilados, calas, playas y lugares con un encanto mágico como son la playa fósil de los Nardos o la cala de los Cocedores, que hacen gala de un patrimonio natural sorprendente. En esos 10 kilómetros de costa se extienden 13 playas, unas más solitarias y otras más turísticas, que brindan un amplio abanico al turista.
Mientras no llega el verano, hacemos escapaditas en familia, a las playas urbanas principales de San Juan de los Terreros, que en esta época del año no están muy masificadas. Estas playas son conocidas como Mar Serena y Mar Rabiosa, dotadas con la Q de calidad turística y que están separadas y divididadas de forma natural, por un singular promontorio: El Pichirichi, una maravillosa roca dorada con forma de ballena que divide el mar.
Recientemente se ha colocado una pasarela de madera que facilita la subida al Pichirichi, permitiendo así el acceso a personas con minusvalía. También se ha habilitado otra pasarela para facilitar la llegada de embarcaciones de recreo y turísticas. Por último, destacar la calidad de las aguas que lo rodean, transparentes y cristalinas, donde se puede observar las praderas de posidonia y disfrutar de un entorno paradisiaco casi virgen.
Una de mis calas preferidas es la cala de los Cocedores, puerta del litoral andaluz, limita con la playa de la Carolina, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Murcia y la playa de Las Palmeras, situada en la desembocadura de la rambla de los Arejos. Se accede a ella por la Nacional A 332 dirección Águilas. Justo antes del cruce, cogemos el primer desvío a la derecha por un camino de tierra. El coche se puede aparcar en los alrededores de la playa, en las zonas habilitadas. Es una cala aislada de la zona urbana, de aguas cristalinas y poca profundidad, ideal para niños. Con una extensión de 150 metros y una anchura de 20 metros, su arena es dorada y fina, de las que sólo se ven en las islas perdidas del Caribe. Lo que más fascina de esta playa es que a ambos lados se encuentran unos llamativos acantilados salvajes y naturales donde podemos observar un bello paisaje de roca arenisca con cuevas. En ellas antiguamente se cocía el esparto, de ahí viene el nombre de esta cala. El esparto fue la base de la economía local desde finales del siglo XVIII hasta los años sesenta del siglo XX. El esparto en rama (crudo) o trenzado era trasladado principalmente a las fábricas y puertos de Garrucha (Almería) y Águilas (Murcia), de donde salía en barco hacia otros puertos del Levante español, Inglaterra o Lisboa. El transporte desde Pulpí se realizaba primero en carros y a partir de 1890, fecha en la que se pone en funcionamiento la línea Almendricos-Águilas, por ferrocarril.
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